I- BREVE INTRODUCCIÓN.
Cada 24 de febrero, se conmemora en Paraguay, el “Día de la Mujer
Paraguaya”, en recordación a la “Primera Asamblea de Mujeres Americanas”, el
cual tuvo lugar en ciudad de Asunción, realizada en el año 1.867, en plena
guerra de la inicua Triple Alianza contra nuestro país, en la sede de la Plaza
de Mayo, hoy ya inexistente.
De esta reunión participaron mujeres de la capital y del interior de
nuestro país, quienes, de común acuerdo, en un gesto de generosidad y
compromiso para con la Patria, decidieron donar sus joyas y alhajas, para
ayudar a la causa nacional contra la Triple Alianza.
Es por aquello que, en homenaje a aquellas mujeres conocidas luego como
“Las Residentas”, la historiadora compatriota Idalia Flores de Zarza,
propuso en una conferencia de la “Academia Paraguaya de Historia”, en 1.974,
que se recuerde el 24 de febrero de 1867 como “día de la mujer paraguaya”.
Posteriormente la diputada liberal doña Carmen Casco de Lara Castro,
presentó el proyecto de Ley por el cual se declara el 24 de febrero “Día de la
Mujer Paraguaya”, finalmente promulgada por decreto del 6 de diciembre de 1.974.
Y más recientemente, el Papa Francisco, ha propuesto a la mujer
paraguaya mediante palabras de admiración y elogios, como candidata al Nóbel de
la Paz,
por sus testimonios de valor y entrega, como artífice del resurgimiento de
nuestro pueblo.
II-
SEMBLANZA DE LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA MUJER, EN LA SOCIEDAD PARAGUAYA.
Pese a los hitos de valor y entrega de la mujer paraguaya, a su
protagónico en la historia, la situación de ellas en la sociedad paraguaya
actual, con luces y sombras, deja poco qué festejar, teniendo en cuenta la
dignidad y el respeto que se merecen como personas.
Todos, sin excepción, provenimos de una mujer y tenemos en casi la
totalidad de nuestras vidas, la presencia importante en ellas, de una mujer,
sea como madre, esposa, hermana, hija, tía, etc.
Precisamente, un Informe de la D.G.E.E.C.,
revela que la situación de la mujer en la sociedad paraguaya, está determinada
por “…ser parte de un grupo no unificado, heterogéneo… en exclusión social. Sus
capacidades y oportunidades, sus obstáculos y aspiraciones, se encuentran
marcadas por su posición económica, su raza y origen étnico, su área de
residencia, su edad, su estado civil y estructura familiar en que se desenvuelven…”.
Se nota un importantísimo acceso de la mujer al mundo laboral y
productivo, como se evidencia en el gráfico referente a la Población
Económicamente Activa (PEA), y su evolución sincrónica desde 1.962, año en que
las mujeres constituían un tímido 22,9%, hasta una proyección estimativa al
2.015, en que dicho porcentaje se estaría elevando al 40,1%, espacio que fue e
irá ganando al hombre, cuyas estimaciones eran de 84,8% y 69,2%, para los
mismos años.
Es decir, en casi medio siglo, el protagonismo económico de la mujer se ha
visto y se verá duplicado, aunque eso no siempre se traduzca precisamente en
acceso, oportunidad y calidad.
Dicho de otra manera, la mujer, en forma general, en los hechos, crea y
halla espacios fuera del hogar. Este hecho, acarrea una serie de consecuencias
socioeconómicas, políticas, culturales y jurídicas.
a) En lo socioeconómico, pues
la mujer genera ingresos en el seno familiar tradicional o no tradicional, con
recursos que, pese a no ser igualitarios en relación de género con los ingresos
del hombre por el mismo rol, trabajo o responsabilidad, le dan oportunidades de
acceso a otras situaciones. Pese a los prejuicios, desigualdades e indefensión,
la mujer aprovecha sus oportunidades de superación constante: trabajo,
estudios, hogar, etc.
b) En lo político,
indudablemente, el rol de la mujer se ha venido a protagónico, pues a causa del
impulso socioeconómico y personal, ha provocado a que el Estado recree no solo
la protección y estímulo a la figura de la mujer en sociedad y en todos los
ámbitos, sino que haya de velar por ella, como miembro principal de la familia
tradicional, en su condición de madre y esposa, sino también de profesional,
comerciante, ama de casa o en cualquier otro, en que la política sea la promoción de las igualdades de género.
c) En lo cultural, con
los prejuicios propios de una educación en valores, muy tradicionalista, la
mujer paraguaya es victimizada y se victimiza con prácticas socioculturales muy
extendidas, como el machismo y otras más, en las que, a veces inconcientemente,
“crea al monstruo” que la hará sufrir penosas situaciones.
d) En lo jurídico, pues,
desde el ideario de igualdad de género y de lucha por las igualdades de la Dra.
Serafina Dávalos,
hasta el presente, la mujer ha adquirido igualdad en el trato legal, teniendo los
mismos derechos y obligaciones que cualquier otra persona, y una protección constitucional en el caso del acceso a
la igualdad por obstáculos socioculturales preexistentes.
Aún, pese a ello, en los últimos años, la igualdad ideal en lo jurídico,
no se trasluce en una igualdad real, pues siguen habiendo y hasta han
aumentado, casos de acoso, maltrato, violencia, persecución, y hasta se ha
notado un importante aumento de casos de feminicidios (Se denomina “feminicidio” o “femicidio”, al “asesinato de mujeres por razones asociadas al orden de género
imperante y a las relaciones desiguales de poder que de él emanan…”), y
ni qué decir de violencias específicas, como la violencia de género, la violencia
intrafamiliar, etc., donde la mujer fue y es víctima social, psicológica,
física y emocional.
Sin pretender agotar estas y otras aristas, a continuación nos enfocamos
en la problemática del hecho de la violencia familiar y de género que tiene
como víctima a la mujer, por lo cual, se dará mayor énfasis a la cuestión desde
el punto de vista jurídico.
III- SUPUESTOS
COMO FACTORES DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER.
El documento precitado,
elaborado por la Secretaría de la Mujer, de la Presidencia de la República,
asevera que existen, cuanto menos, tres factores que promueven la violencia
contra la mujer, y cita cuáles son: el machismo, la pobreza y la apatía.
En primer término, entonces, el machismo, que es la “actitud de
prepotencia de los varones respecto de las mujeres”, o, más específicamente,
“el conjunto de actitudes y prácticas aprendidas, sexistas, humillantes u
ofensivas, llevadas a cabo en pro del mantenimiento de órdenes sociales en que
las mujeres son sometidas o discriminadas”.
El machismo, sin embargo, desde nuestra modesta perspectiva existencial,
no solo es una “actitud del varón hacia la mujer”, sino que, en la vida real
del paraguayo/a, en general, está constituido por la serie de actitudes y prácticas sexistas que, practicadas con mayor
frecuencia por los varones y en otras por las mismas mujeres, favorecen al
género masculino y discriminan al femenino por razones tales como la
sexualidad, la procreación, las costumbres y tradiciones, lo cultural y
educativo, y hasta en lo económico, que alimenta la indiferencia, la
discriminación misma por el género en sí, propicia la violencia desde muchos
puntos de vista y envilecen la sagrada imagen de la niña, la joven y la mujer, y
así, buscando opacarla y apocarla en el cotidiano quehacer.
En segundo lugar, se ha mencionado la pobreza, por ser una situación
que afecta la calidad de vida de las personas y como signo permanente de
autorrealización del ser humano, para quien, en los tiempos que corren, el
tener, el poseer, el demostrar, son señales de poder, de estatus y hasta de
aceptación social.
La pobreza, es la “situación o forma de vida que surge como
producto de la imposibilidad de acceso o carencia de recursos para satisfacer
necesidades básicas humanas, en la parte física, psíquica y emocional”.
Es decir, cuando en el hogar, o en otros ámbitos, incide negativamente
alguna o varias clases de carencias (alimentación, vivienda, educación, salud,
vestimenta, diversión o recreación, etc.), precisamente, factores
socioculturales como el machismo, la desocupación, el trabajo informal o
changas, etc., condicionan el buen trato cotidiano al género mujer, y más que
todo, por algún atavismo machista, repercute en la persona física, psicológica
y moral, por ser el blanco de impotencias, las carencias antedichas, o por
otros factores que intervienen.
En tercer y último punto, interviene la apatía, que es la “falta de emoción, motivación o entusiasmo”, que, psicológicamente, es indiferencia hacia el género mujer, sea
de parte del varón, de su congénere mujer, o de la comunidad de entorno
(vecinos, barrio, ambiente) o de sociedad (ciudad o algún grupo similar), sea
ante el hecho de violencia misma que se ha generado contra la víctima de género
femenino, o sea como antecedente, en que no interviene, no denuncia, no
acompaña o desoye a la víctima.
En síntesis, los tres factores antes mencionados, que son: machismo,
pobreza y apatía, no son los únicos preponderantes, pero son los frecuentes,
que en muchas ocasiones, aparecen solos o combinados. La víctima de género, a
veces por factores personales e íntimos, o familiares, no denuncia al
victimario por temor, por compromiso, por un mal concepto hacia lo que cree es
su familia o el amor, pero es así, que se arriesga en su propia vida y en la de
los suyos, a veces sus propios hijos/as.
IV –
QUÉ ACCIONES REALIZAR ANTE LA JUSTICIA PARA PREVENIR CASOS DE VIOLENCIA
DOMÉSTICA.
En muchas ocasiones, el agresor/a ha dado señales claras de su
premeditación (amenazar vía SMS, llamadas telefónicas, esquelas, mandados
verbales a través de otras personas, etc.), que dejan entrever qué se podría
esperar. Y para evitar que la víctima de violencia doméstica sufra o siga
sufriendo los abusos, acosos o las agresiones de cualquier índole, es necesario
saber y tener en cuenta qué acciones realizar ante la Justicia o ante demás
Instituciones corresponsables competentes:
·
La Policía Nacional,
·
El Juzgado de Paz local,
·
El Juzgado de 1ª Instancia en lo Civil
del lugar,
·
El Juzgado de la Niñez y la
Adolescencia (si hubieren niños/as o adolescentes),
·
El CODENI local (en caso de incapacidad
del Juzgado de la Niñez),
·
El Ministerio Público Fiscal o Fiscalía.
1) Agresor
en flagrante delito (violencia doméstica): En este caso, si
es que existe persona detenida cuya causa sea delito flagrante (in fraganti) relacionado con hecho de
violencia doméstica, la misma debe ser llevada al calabozo de la Unidad
Policial de la jurisdicción (Policía zonal o en la Comisaría). Es la Policía,
tras esta demora o detención, quien debe comunicar al Agente Fiscal de turno en
forma inmediata hasta seis horas luego del hecho de detención o demora.
Condición: Flagrancia (delito)
Competencia: Policía
Medida:
Aprehensión
Las Leyes aplicables, son:
·
La N° 1600/00, contra la Violencia
doméstica, art. 3°
·
La N° 222/93, del Personal Policial,
art. 6°
·
La N° 1286/98, Código Penal, art. 239°
·
La N° 1680/01, Código de la Niñez y la
Adolescencia, art. 3°
2)
Medidas urgentes de protección y garantías a la víctima: El
otorgamiento de las garantías y las medidas de protección, se pueden realizar a
solicitud de parte o de oficio. Se llama “a solicitud de parte”, cuando el
interesado/a lo solicita, y, “de oficio”, cuando, sin necesidad que el
interesado/a lo solicite, la autoridad interviniente las dispone por imperio de
la ley, es decir, porque las normas le obligan y le facultan a ello (cf. art.
2°, Ley 1600/00, contra la violencia doméstica).
En caso de hallarse menores (sean niños/as o adolescentes) en el seno
del hogar conflictuado. Al respecto, existe una ley que otorga jurisdicción al
Juzgado de la Niñez y la Adolescencia para que intervenga, según la Ley N°
4295/2011.
Es así, que en virtud del Código de la Niñez y la Adolescencia, Ley N° 1680/01,
prevalece por encima de cualquier otro derecho, el interés superior del niño,
art. 3° de dicha normativa, que ordena:
“Ley
1680 - Artículo 3°.- DEL PRINCIPIO DEL INTERÉS SUPERIOR.
“Toda
medida que se adopte respecto al niño o adolescente, estará fundada en su
interés superior. Este principio estará dirigido a asegurar el desarrollo
integral del niño o adolescente, así como el ejercicio y disfrute pleno de sus
derechos y garantías.
“Para
determinar el interés superior o prevaleciente se respetarán sus vínculos
familiares, su educación y su origen étnico, religioso, cultural y lingüístico.
Se atenderá además la opinión del mismo, el equilibrio entre sus derechos y
deberes, así como su condición de persona en desarrollo.”
Y el artículo 175° del mismo Código, ordena:
“Ley
1680 - Artículo 175.- DE LAS MEDIDAS CAUTELARES DE PROTECCION.
“Son
consideradas medidas cautelares de protección:
a) la guarda o el abrigo;
b) la restitución en el caso previsto en
el Artículo 95 y concordantes de este
Código;
c) la exclusión del hogar del
denunciado en casos de violencia doméstica;
d) la hospitalización;
e) la fijación provisoria de
alimentos; y,
f) las demás medidas de protección
establecidas por este Código, que el Juez considere necesarias en interés
superior o para la seguridad del niño o adolescente.”
3) Facultad
de allanamiento de morada, en relación a casos de violencia doméstica: En
caso de flagrancia del hecho de violencia doméstica o de una muy grave
posibilidad o inminencia de su perpetración, la Policía Nacional está facultada
en virtud de su Ley, la N° 222/93 “orgánica de la Policía”, a
intervenir de oficio, es decir, sin
necesidad de Orden judicial previa. Lean Uds., lo que dicha ley ordena:
“Ley 222 - Artículo 6°.- Serán
funciones, obligaciones y atribuciones de la Policía Nacional:
1. Preservar el Orden Público legalmente
establecido.
2. Proteger la vida, la integridad, la
seguridad y la libertad de las personas y entidades y de sus bienes.
4. Investigar bajo dirección judicial los
delitos cometidos en cualquier punto del territorio nacional, en las aguas
públicas o el espacio aéreo.”
También, así, lo ordena la Ley 1600/00 contra la violencia doméstica,
artículo 3°:
“Ley 1600 - Artículo 3°.- Asistencia complementaria a las víctimas.
Las víctimas de violencia doméstica tienen derecho a una
atención urgente y personalizada por parte de las instituciones de Salud
Pública y de la Policía Nacional. En tal sentido, se establece lo siguiente:
…La Policía Nacional debe:
a)
auxiliar a la víctima que se encuentre en peligro, aun cuando se encuentre
dentro de su domicilio, siempre que ésta, sus parientes o quienes tengan
conocimiento lo requieran;
b)
aprehender al denunciado en caso de encontrarlo en flagrante comisión de hechos
punibles, de conformidad a lo dispuesto en el Artículo 239 del Código Procesal
Penal;
c)
remitir copia del acta al Juzgado de Paz competente dentro de las veinticuatro
horas; y,
d)
cumplir las medidas de protección dispuestas por el Juez de Paz, cuya ejecución
estuviese a su cargo.”
Finalmente, cabe fijar el protagonismo del Ministerio Público Fiscal o
Fiscalía, entre cuyas atribuciones legales, se establece el de ser
representante de la sociedad, en cuya virtud, en su ley orgánica, está
facultada su intervención en los casos tales como el de la violencia doméstica,
sea con relación a niños/as como de otras personas.
4) Información
relevante para investigación del caso de violencia doméstica: Para
el caso en que se haya concretado el caso de violencia doméstica, el procedimiento
establece la competencia de las siguientes Instituciones: la Policía Nacional,
el Ministerio Público (Fiscalía) y/o el Juzgado de Paz.
La Policía Nacional podrá actuar de oficio o a solicitud del Agente
fiscal interviniente. Podrá registrar sus intervenciones en Actas de
procedimiento y administrativos, poner a disposición de la investigación todo
elemento relacionado al hecho investigado (elementos materiales del hecho,
datos de testigos, allanar morada en caso de inminencia o de comisión de hecho
punible de violencia doméstica, comisionamientos, constitución en los lugares
investigados, tomar denuncias, etc.).
El Ministerio Público, tiene libre acceso a la carpeta investigativa en
sede fiscal o en sede policial, facultad de relevamiento de datos in locus, sea público o privado, tomar
declaraciones, investigar los elementos materiales del hecho, etc. (por ley
orgánica del MPF como de la Ley 1286/98, arts. 56, 58, 59, 60 y 61 del Código
Penal).
El Juzgado de Paz local, en virtud de la Ley 1600/00, art. 2, inciso e),
instruye medidas de protección y de urgencia, con amplio acceso a las pruebas
materiales de la causa, declaraciones testificales, constitución a los lugares
del hecho, etc., buscando sustanciar la investigación hasta la aclaración de la
verdad histórica y total esclarecimiento de los hechos de la misma.
V–
ALGUNAS MEDIDAS DE PROTECCIÓN Y DE URGENCIA RELACIONADOS A CASOS DE VIOLENCIA
DOMÉSTICA. Algunas medidas de protección y de urgencia, relacionados a hechos de
violencia doméstica, son aquellas que, bajo supervisión del Poder Judicial,
sobre todo, se condicionan a favor de las víctimas o personas sensibles en el
hecho investigado, hasta tanto se resuelva otra providencia mejor.
Las medidas de asistencia son las que el Estado y la sociedad ordenan
para el tratamiento de las consecuencias de violencia doméstica, violencia
intrafamiliar y violencia de género, destinadas a víctimas como a victimarios.
Estas medidas de protección, aparte de las medidas de urgencia, están a
cargo del Estado. La atención especializada a víctimas de violencia, buscan
mitigar las consecuencias del hecho de violencia, la reeducación del victimario
y la búsqueda de prácticas de conductas sustentables sanas y efectivas a favor
de la familia y la sociedad.
Las medidas de protección urgentes
son las que establece el Juzgado de Paz, buscando otorgar medidas obligatorias
para protección y asistencia a las víctimas del hecho de violencia denunciado.
Una medida de protección dada, es la exclusión
de hogar, que consiste en la orden de salida dada por el juez (o el agente
fiscal, el defensor o la CODENI, en caso de ausencia o imposibilidad judicial),
al victimario supuesto del hecho de violencia, de la morada, hogar o vivienda
familiar, por tiempo determinado. Esta medida se realiza con la colaboración de
los agentes de la fuerza pública si es necesario, con orden de allanamiento de
morada.
La prohibición de acercamiento,
es otra medida, solicitada y ordenada por el Juez, que busca evitar que el
supuesto victimario ejerza contacto directo con sus víctimas y demás personas
sensibles con deber de cuidado.
La determinación de un hogar o
albergue transitorio, es el establecimiento, por orden judicial o similar,
de un entorno o lugar (familia, albergue, hogar), donde se establezca una
morada sustitutiva a la víctima, hasta tanto se resuelva la cuestión
investigada.
La denuncia del abandono de hogar,
no es hecho punible, pero sí constituye en una causa de incumplimiento al deber
de obligación de patria potestad, alimentos, cuidado, abrigo, etc., por parte
de los progenitores, principalmente, o personas encargadas.
VI–
CONCLUSIONES. La violencia doméstica es un tipo de
abuso, en el cual, sea emocional, psicológico o físico, se ejercía
principalmente contra la mujer, siendo su víctima más recurrente.
Dice la Secretaría de la Mujer, en su
página oficial: “La violencia es un acto
de acción u omisión llevada a cabo por miembros de la familia y cualquier
condición que resulte de estos hechos que priven a otros miembros de iguales
derechos y libertades, así como de hechos que interfieran en su desarrollo y
libertad de elegir.
·
Por acción: Conductas premeditadas
para dañar a una persona
golpes físicos y/o psicológicos;
·
Por omisión: Actitudes y/o negligencias que igualmente provocan algún daño
en la víctima.
·
Violencia Doméstica: Se da cuando una persona con la que se mantiene o
mantuvo un vínculo afectivo y de confianza, por medio de sus acciones u
omisiones, privan de iguales derechos y libertades e interfieran en el
desarrollo y libertad de elegir…”.
Hoy día, toda persona femenina que desee denunciar y solicitar atención
a las víctimas de violencia doméstica, desde cualquier línea celular (agregando
y anteponiendo el asterisco) o de línea baja, puede llamar al 137,
línea de la mujer víctima.
Son múltiples las Instituciones facultadas a intervenir socorriendo a
las víctimas potenciales y materiales de violencia doméstica, en especial a la
mujer y a los niños/as, quienes son sus más sensibles víctimas frecuentes.
Esperando sirva de reflexión este pequeño trabajo, sin haberlo agotado,
bajo punto de vista alguno, queda pendiente la tarea de seguir abocándonos a
conocer más acerca de este terrible flagelo social, que condiciona a los
miembros más sensibles de nuestra sociedad, muy penosamente.
Abrigamos la esperanza, que en un tiempo futuro, no muy lejano, en
nuestro querido país, el Paraguay, florezca la Patria soñada de aquel escritor
social nacional, y se desarraigue de nuestra sociedad la apatía, el machismo y
la ignorancia, dando a niños/as, jóvenes y mujeres, sobre todo, el sitio que en
la dignidad sociojurídica y cristiana le corresponden por su naturaleza misma.